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martes, 31 de marzo de 2009

Pons le puso la música del verso a la Semana Santa

José Luis Pons Sepúlveda hizo vivir ayer a Huelva la emoción de la Semana Santa en una hora y treinta y cinco minutos con un pregón en el que los cofrades le elogiaron con sus aplausos en cuarenta ocasiones.

El ambiente a las puertas del Gran Teatro era de cofradía con las marchas de la banda de cornetas y tambores Cristo de la Expiración y de golondrinas en la Gran Vía inquieta ya con los hierros de los palcos de la carrera oficial. En el interior el grupo de cuerda de la Hermandad de la Sagrada Cena amenizaba la entrada con marchas procesionales y música clásica.

Pasado cinco minutos de las doce comenzaba el acto en un escenario cofrade en el que este año volvía a presidirlo el obispo de Huelva, monseñor José Vilaplana Blasco, y el atril se situaba en el lugar de siempre; el exhorno floral algo más discreto, la Policía Local ponía la escolta de gala. En el escenario también un toque muy personal simbolizando a su Hermandad de la Soledad con el antifaz y su esparto. Suena 'Madrugá' bajo la batuta del maestro Francisco Navarro al pregonero se le nota su primera sonrisa del pregonero, respira y mira el atril, se le notaba serio sobre el final de marcha y se repone con la apoteosis final y se le va notanto algo más tranquilo. Tendrá todavía el impass con la presentación donde destacó la carta de su hermano Antonio que el presidente del Consejo, Modesto Fernández Jurado, dio lectura. Ofrecía así un toque emotivo propio de una familia cofrade, con recuerdo a sus padres Pepe y Maruchi.

Mientras se escuchaba 'Virgen de los Estudiantes' recorría con su mirada el escudo de su Hermandad de la Soledad que guardaba su pregón, lo acariciaba y seguía con su mirada las cómplices sonrisas de su familia y amigos, en ese momento en el que llegaba esa respiración acelerada y fuerte que le llevaría a abrir 'Los años de la luz y los cielos que perdimos', que es como él ha titulado su pregón. Se dirigió al obispo y de rodillas le pidió su bendición y puesto en pié por la mano del propio prelado comenzaba su recorrido cofrade a las 12.29 de la mañana. Invocando a la Virgen de la Cinta en una llamada al Cielo que aquí se llama Conquero y pidiendo también a san Sebastián su cercanía. Hizo un recorrido clásico de cofradía a cofradía desde la Borriquita a la Soledad para buscar el momento mismo de la resurrección con el Cristo de la Fe. Tuvo sus momentos propios que le fue dando toques de novedad al pregón como fue introducir al Cristo de la Sentencia el Martes Santo, o la Santa Cruz en el Miércoles Santo, sin olvidar tampoco la actualidad de los días previos al pregón como ha sido la llegada de la nueva imagen del Cristo de la Preciosa Sangre o anunciando por vez primera abriendo el Lunes Santo al Cristo del Perdón. Habló del Cautivo y nos mostró el cordón dorado que atan sus manos y que le dejó la propia hermandad. Un pregón en el que el pregonero no quiso dejar a un lado su condición de cantautor y es cuando canta la nana que las Angustias le recita a su hijo.

En ese ramillete de palabras, de versos con los que el poeta fue cantando la Semana Santa tu momentos que fueron conduciendo esa emoción hermosa con las que fue metiendo a los cofrades en su pregón. Muchos momentos y muchas reseñas nacidas de sus vivencias, las manos blancas que mostraba con sus brazos abiertos cuando hablaba de la Virgen de la Paz, pidiendo, eso paz. Piropos muchos, emocionados otros y de mirada de cofrades como los que tuvo hacia la Virgen del Amor, y habló del maestro León Ortega que fue buscando rostros de mujeres guapas para encontrase de frente con la Virgen del Amor. Sentimientos también de cofrades con su Cristo dormido de los Estudiantes y en una mirada comprometida con la Virgen del Valle de la que dijo que será siempre nave con tripulación marinera de los Estudiantes, "y si un día llueve, que llueva".

Palabras hermosas y de admiración para las Hermanas de la Cruz, "mis madrinas", de las que dijo que son la alegría de la humanidad. Palabras para el Señor de Pasión que nos confiesa ante el Refugio de su Madre. Seguía así este pregón desde la emoción para llegar a los piropos más encendidos en el Miércoles Santo, a una Victoria ya coronada en el corazón de los onubenses , "Victoria, mi Virgen niña del Polvorín" y se rubricaron los aplausos, lo mismo que con la Esperanza a la que le reiteró un "guapa" detrás de otro. Dijo que el Señor de Huelva, sí el Nazareno, incluso cuando sale de noche ilumina a toda Huelva.

Llevaba ya dos botellas de agua y la garganta esforzando todas sus posibilidades, sintiendo cada uno de los respiros y no conformándose nunca para regalar más emociones, compartiendo una chicotá con los costaleros. Para llegar hasta su Soledad, la del Silencio, a la que llama Reina de La Placeta que tiene un sudario que es de despedida hasta el año que viene. Con Ella, y con la Caridad buscó el pregonero a Cristo resucitado.

Siguieron los aplausos a su amen del final y dejó el atril y besó con su mano el suelo y continuó la alegría de ese momento gozoso que perdura siempre para pasar a esa lista de los pregoneros de la Semana Santa, su mano entonces estaba en su corazón y su pregón con el escudo de la Soledad en su pecho, sus labios habían hablados de Dios y de Huelva y la ciudad le volvía a regalar sus aplausos.

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